27 de Noviembre de 2020. 4:18 pm.
En el Apertura 2002, el técnico Daniel Passarella recomendó la contratación de Guillermo Franco, jugador argentino del San Lorenzo de Almagro.
Pocos aficionados Rayados hubieran imaginado en ese momento que Franco habría de convertirse en uno de los grandes ídolos de la historia rayada.
En la Liguilla del Clausura 2003, Franco fue el jugador más determinante en la obtención del título de Liga que logró Rayados en ese torneo.
A lo largo del torneo Apertura 2004, Guillermo Franco estuvo encendido y fue una verdadera pesadilla para las defensas rivales. El “Guille” anotó 15 goles y se coronó campeón de goleo del futbol mexicano, convirtiéndose así en el segundo rayado en lograr tal hazaña.
Por si fuera poco, en la Liguilla de ese torneo, Franco conseguiría 6 goles, completando así 21 anotaciones en el semestre.
Además de su paso goleador y su enorme talento futbolístico, la entrega que caracterizó siempre a Franco le otorgaron un lugar especial entre los aficionados rayados, tras actuaciones memorables como la del 1 de diciembre de 2004, cuando Rayados visitó al Atlante en el Estadio Azteca para disputar el partido de Ida de la Semifinal.
En el segundo tiempo, un defensor del Atlante le propinó un artero codazo a Franco en el rostro. Los médicos lograron detener la hemorragia con un vendaje para que Franco pudiera seguir. Lejos de amedrentarse, el “Guille” peleó con todo cada pelota, incluyendo aquella en la que consiguió anotar el tercer gol rayado. En esa jugada fue nuevamente golpeado por lo que, en lugar de celebrar, vimos a un Franco con el rostro lleno de sangre.
Su último gol como rayado también es ampliamente recordado y tuvo lugar en el partido de vuelta de la Semifinal del Apertura 2005, cuando Rayados enfrentó a Tigres.
Los Rayados estaban a 5 minutos de ser eliminados cuando un centro desde la banda derecha parecía perderse dentro del área hasta que apareció la punta del pie izquierdo de Franco, quien de manera casi milagrosa alcanzó a tocar ese balón para enviarlo al fondo de las redes y desatar la locura en el Estadio Tecnológico.
Alberto Barrera-Enderle