03 de Febrero de 2021. 6:16 pm.
Gracias al compromiso social que históricamente ha caracterizado a FEMSA fue posible que finalmente el Club de Futbol Monterrey, 70 años después de su fundación, tuviera un Estadio propio.
El 2 de agosto de 2015 se vivió uno de los episodios más importantes en la historia del futbol regiomontano: la inauguración del moderno Estadio, la casa de los Rayados de Monterrey.
El camino para llegar a la inauguración no fue sencillo. El proyecto del Estadio fue presentado oficialmente el 8 de septiembre de 2008.
El once inicial de los Rayados en el duelo contra el Benfica de Portugal.
Sin embargo, las obras no pudieron iniciarse cuando se tenían programadas debido a que el Congreso de Nuevo León aprobó el comodato por 60 años de la cesión del terreno donde hoy se ubica el Estadio hasta el 31 de marzo de 2010.
Posteriormente, el proyecto enfrentó la demora en los permisos de construcción que otorga la SEMARNAT, la cual terminó por entregarlos en agosto de 2011.
Edwin Cardona disputa un balón.
Tras ello, el Club tuvo que lidiar con la oposición de grupos ambientalistas que rechazaban la construcción del estadio.
Finalmente, tras poco más de treinta meses de construcción, el Estadio Rayado abrió sus puertas.
Para un Estadio de tal magnitud, la directiva organizó una fiesta espectacular que sirvió también para festejar el 70 aniversario de la fundación del equipo.
Una ceremonia digna de Juegos Olímpicos o Copa del Mundo fue la que se realizó aquella calurosa noche.
Por primera vez en la Historia del Benfica, la Copa Eusébio se disputó fuera de Portutal.
Posteriormente, los Rayados pusieron a rodar el balón al enfrentar al Benfica de Portugal. La Copa Eusébio estuvo en disputa esa noche.
Rayados venció 3-0 al cuadro lusitano para llevarse el trofeo que lleva el nombre del inmortal jugador portugués que alguna vez defendiera también los colores azul y blanco en 1975.
El joven canterano César Montes anotó el primer gol en la historia del bello estadio.
Una nueva historia comenzó escribirse para el Monterrey, que finalmente pudo tener su casa propia.
Alberto Barrera-Enderle