28 de Junio de 2021. 4:41 pm.
El Club de Futbol Monterrey Rayados cumple 76 años de existencia este lunes 28 de junio.
Con base en una investigación histórica, hacemos un recorrido en este artículo sobre cómo surgió y persiste el mote “Rayados”.
EL PRIMER UNIFORME OFICIAL
El primer equipo profesional de futbol que tuvo la ciudad fue el Club de Futbol Monterrey, que en su primera era participó en la Liga Mayor de México en la temporada 1945-1946.
El equipo utilizaba un uniforme azul y blanco. El diseño de la playera consistía en una diagonal en dos colores: azul en la parte superior y blanco en la inferior.
Jugadores Rayados del Club de Futbol Monterrey en la temporada 1945-46.
El short era color blanco y las medias eran grises. En sus inicios, el equipo no tuvo un apodo entre sus integrantes, aficionados o medios de comunicación de la ciudad de Monterrey.
LOS PRIMEROS APODOS NO OFICIALES
En otros estadios o ciudades fuera de Nuevo León, era común que la gente se refiriera al equipo como “Industriales” o “Sultanes”, en referencia a la intensa actividad industrial de la ciudad o al mote de “Sultana del Norte”, como era conocida en todo el país.
Antes del inicio de la temporada 1946-1947, el Club solicitó su baja a la Liga. En 1952, el Dr. Carlos Canseco abanderó a un grupo de entusiastas promotores del futbol en el esfuerzo por regresar el futbol profesional a la ciudad. Para entonces, ya existía una categoría de Segunda División en la Liga.
Tras algunas trabas, el equipo fue admitido en la Segunda División, pero como la razón social Club de Futbol Monterrey ya estaba registrada, el equipo se registró como Asociación Deportiva Monterrey. El Estadio Tecnológico, que había sido inaugurado en 1950, fue habilitado como sede.
EL PRIMER UNIFORME OFICIAL RAYADO
Antes del inicio de la temporada 1952-1953, en una junta de dueños del Club, se acordó que el uniforme sería una playera con rayas verticales en azul y blanco, y short blanco.
El Club de Futbol Monterrey usó por primera vez un uniforme a rayas en la Temporada 1952-1953.
Los medios de comunicación de la época publicaron la decisión del Club sobre el diseño de las rayas verticales y los colores azul y blanco del uniforme, pero no explicaron las razones.
Años después, en varias entrevistas con medios de comunicación, el Dr. Canseco explicó que decidió utilizar el uniforme con base en el del equipo de preparatoria en el que el directivo jugó en su natal Tampico. El uniforme era parecido al del famoso equipo Asturias que participó en los años veinte, treinta y cuarenta en la Liga Mayor del futbol profesional mexicano.
Cuando inició la temporada 1952-1953 el equipo no contaba con un apodo a nivel local. En las ciudades donde jugaba como visitante, al equipo le volvieron a apodar como “Industriales” o incluso “Codomontanos”, ya que en ese tiempo estaba muy de moda la burla sobre la supuesta tacañería de los habitantes de Monterrey.
SURGE EN 1952 EL MOTE INFORMAL “RAYADOS”
Previo a la jornada 8 de la temporada, entre el 12 y 13 de septiembre de 1952, aparecieron en los medios de comunicación las primeras evidencias del mote “Rayados”.
El periodista César M. Saldaña, quien también era directivo del equipo, se refería al equipo como “Rayados”. Todo indica que el apodo fue adquirido en esa temporada de forma espontánea y en referencia al diseño del uniforme.
La prensa comenzó a usar el mote “Rayados” para referirse al Monterrey.
A partir de entonces, el sobrenombre de “Rayados” se utilizaría semana a semana por la prensa local y entre la Afición. La directiva no necesariamente se manifestó a favor o en contra del apodo. La Afición y la prensa le llamaron así y el apodo se quedó y permaneció.
Sin embargo, otros periodistas de la época, sobre todo Salvador Meza, nunca estuvieron conformes con el apodo de “Rayados” y buscaron encontrarle otro. En 1955, Meza se refería a ellos como los “Rayados Malditos” ya que consideraba que el equipo tenía mala suerte.
En la temporada 1955-1956, los Rayados tuvieron un paso arrollador. En el periódico El Porvenir el mote “Rayados “siguió usándose. En cambio, el periódico El Norte les llamó también “Leones” por su buena racha en aquella campaña.
El equipo logró el ascenso en esa temporada 1955-1956 y el futbol de Primera División regresó a la ciudad de Monterrey.
En el primer partido en casa en la temporada 1956-1957, el Monterrey recibió al popular Guadalajara. La ceremonia de inauguración contó con la presencia de varias celebridades, entre ellas la del actor y comediante regiomontano Arturo Manrique, alias el “Panzón Panseco”, quien era un personaje célebre a nivel nacional y contaba con más de 20 años de trayectoria en el cine, la radio y la entonces naciente televisión.
“Panzón Panseco”, fiel a su costumbre humorística, decidió darle un apodo oficial al equipo: “Los Miserables”, jugando así con la novela de Víctor Hugo y todos los infortunios que había vivido el equipo desde su primera era en 1945.
El apodo no fue bien recibido por la Afición. Salvo un reducido sector de aficionados que se manifestó a favor, la mayoría demostró su repudio. Salvador Meza nuevamente buscó otro mote y lanzó una convocatoria. La radio y los periódicos locales difundieron la campaña para buscarle un apodo oficial al Monterrey o dejarle el tradicional apodo “Rayados”.
En esta campaña de búsqueda de un nuevo mote, los periódicos confirmaron que el apodo “Rayados” llevaba mucho tiempo funcionando. Al final, la Afición se manifestó y solicitó que se dejara el apodo de siempre: “Rayados”.
EL MOTE INFORMAL “LA PANDILLA” DE 1962
En 1962, dos años después de que el equipo había logrado el ascenso definitivo y después de dos temporadas de que se había salvado de descender en las últimas jornadas, Salvador Meza dijo que el equipo era una “Pandilla de desesperados” y comenzó a fomentar el apodo: “La Pandilla”.
Meza contó con el apoyo de un sector de la prensa, principalmente del joven locutor de radio y televisión, Roberto Hernández Jr., y de algunas revistas de futbol de tiraje nacional. Pronto, el apodo “La Pandilla” se quedó entre la Afición coexistiendo con el tradicional y más popular “Rayados”.
En aquel entonces, la palabra “Pandilla” no tenía una connotación negativa. “Pandilla”, según el diccionario de la RAE, es un “grupo de amigos que salen juntos o se reúnen habitualmente para realizar alguna actividad”.
Fue en los años setenta y ochenta cuando la palabra adquirió una connotación negativa para referirse a los grupos de jóvenes marginados de la sociedad que realizaban actividades delictivas.
El apodo “La Pandilla” gozó del apoyo oficial de la directiva durante las presidencias de Alberto Santos, Héctor Villarreal e Ignacio Santos.
“SIGUE EL CAMINO DE LAS RAYAS” EN 1980
Con el regreso del equipo al Tecnológico en 1980 y el cambio de directiva, se retomó oficialmente el apodo “Rayados”. El lema publicitario principal del equipo en 1980 fue: “Sigue el camino de las rayas”.
A pesar de la intención de sectores de la prensa por posicionar otros apodos, el mote “Rayados” se ha mantenido siempre en uso y ha sido el favorito de los aficionados desde 1952. La razón del apodo fue simple: referirse al equipo por el diseño de su uniforme.
EL GRUPO INDÍGENA “RAYADOS” EN LOS SIGLOS XVI Y XVII
En años recientes y aprovechando el enorme crecimiento de las redes sociales, se ha afirmado erróneamente que el mote “Rayados” se usa en referencia a grupos indígenas nómadas del noreste del país.
Durante la conquista y colonización de lo que hoy es el noreste de México, donde se localizan la ciudad de Monterrey y el estado de Nuevo León, los primeros pobladores españoles utilizaron ciertos nombres para señalar e identificar a los grupos indígenas originarios.
“Chichimecas”, expresión que utilizaban los mexicas para referirse en general a los grupos nativos del norte, fue una expresión adoptada por los españoles.
Sin embargo, entre la población denominada chichimeca existían decenas de etnias distintas, cuyo lenguaje, cosmovisión y costumbres eran diferentes.
Los pocos pobladores españoles que habitaron la actual región noreste en los siglos XVI y XVII utilizaron diferentes apodos para distinguir a los grupos indígenas.
Estos motes se basaban sobre todo en la costumbre de los grupos nativos de pintarse o tatuarse el rostro y el cuerpo con gran diversidad de rayas y dibujos. Entre estos grupos había uno al que los españoles denominaron “rayados”. Históricamente, ninguna de estas etnias se refería a sí misma como “rayados”.
Alonso de León, explorador y gobernante en tiempos de la colonización del noreste de México, en sus crónicas escritas en el siglo XVII, hizo referencia al grupo indígena “rayados”. El historiador Eugenio del Hoyo reprodujo esta información en sus textos. Lo hizo primero en un artículo denominado “Vocablos de la lengua quinigua de los indios borrados del noreste de México” (Humanitas, 1960, Vol. 1, Pág. 491) y posteriormente en su libro “Historia del Nuevo Reino de León 1577-1723” (que publicó el ITESM en 1972 y que fue reeditado en el 2006 por el Fondo Editorial Nuevo León).
En ninguno de estos libros hay imágenes o grabados sobre los “rayados” y las que circulan en la actualidad en redes sociales es muy probable que sean representaciones gráficas basadas en los textos que aparecen en dichos libros.
“(Los españoles) llamaron “pintos” a los que se pintaban el rostro y el cuerpo con rayas muy anchas y separadas; “rayados” a aquellos en que, siendo las rayas anchas, no lo eran tanto como en los “pintos” y los dibujos que formaban eran diferentes; “borrados”, a los que se pintaban o tatuaban el rostro y el cuerpo con rayas menudas, es decir, con rayas muy finas, paralelas y muy próximas unas de otras”, es uno de los párrafos del libro del historiador Eugenio del Hoyo en los que menciona ejemplos de grupos indígenas y cómo los llamaban los colonizadores españoles por su forma de pintarse el rostro y el cuerpo.
Los españoles llamaron “rayados” a una etnia de Nuevo León.
Los “rayados”, al igual que la mayoría de las etnias del noreste del país, eran grupos seminómadas que se dedicaban a la caza y la recolección. Lamentablemente, de ellos no queda prácticamente ninguna huella, tras el exterminio y la colonización.
Alberto Barrera-Enderle