24 de Marzo de 2021. 9:16 am.
La temporada 1995-96, la última larga en la historia del futbol mexicano, entraba en su etapa final. El torneo de liga estaba compuesto por 18 equipos y el calendario constaba de 34 partidos.
Después de 31 jornadas disputadas, los Rayados se encontraban en el onceavo lugar de la tabla general y en su grupo estaban a cinco puntos del segundo lugar (Pumas).
La calificación estaba escapándosele al cuadro dirigido por el chileno Arturo Salah. De hecho, en las últimas tres jornadas, el Monterrey no había logrado ganar (acumulaba dos empates y una derrota).
El Monterrey requería reaccionar rápido para alcanzar la calificación y en la jornada 32, tendría la misión de visitar en el Estadio Universitario a su acérrimo rival deportivo: los Tigres de la UANL.
Plantel de los Rayados de Monterrey.
Aunque los clásicos son siempre de pronóstico reservado, las estadísticas jugaban a favor del Monterrey porque habían manifestado un dominio pleno sobre los felinos en las últimas temporadas.
Previo al clásico de la jornada 32, los Rayados acumulaban ya siete clásicos de liga ganados en fila.
En la campaña 1992-93, el Monterrey primero venció 1-2 a los Tigres en el Universitario con goles de Carlos Alberto Bianchezi y Luis Antonio Valdez. Además, Rubén Ruiz Díaz le detuvo un penal a Roberto Gasparini. En la segunda vuelta, en el Tecnológico, Rayados ganó 1-0 con gol de José Juan Hernández.
En la temporada 1993-94, primero Rayados venció a Tigres 1-0 en el Tecnológico con gol de Sergio Verdirame en un partido en el que el Monterrey jugaba con inferioridad numérica. En la segunda vuelta, Rayados venció 4-2 a domicilio a los Tigres con goles de Martín Hernández, Mario Jáuregui y dos goles de José Nieves Castro.
Raúl Aredes y Sergio Verdirame.
En 1994-95, Rayados ganó su quinto clásico de liga en fila al vencer 1-0 a Tigres en el Tecnológico con un golazo desde fuera del área del “Failo” Rafael Gutiérrez Aldaco. En la segunda vuelta de la temporada, los Rayados volvieron a alzarse con el triunfo al vencer 1-2 en el Universitario a los Tigres con goles Carlos Alberto Bianchezi “Careca” y Sergio Verdirame.
Finalmente, en el clásico de la primera vuelta de la temporada 1995-96, los Rayados recibieron a los Tigres en el Tecnológico y los doblegaron 2-1 con goles de Raúl Heriberto Aredes y de José Antonio “Tato” Noriega. El portero Rubén Ruiz Díaz también contribuyó directamente en el marcador al detenerle un penal al italiano Pietro Maiellaro. Ese fue el séptimo clásico de liga ganado por el Monterrey de manera consecutiva.
Sin embargo, ninguno de esos siete clásicos anteriores era tan importante como el que Monterrey tenía en puerta para jugarse en la jornada 32. La probable calificación para el equipo regiomontano dependía de que el equipo sacara los tres puntos en el clásico.
Por otro lado, los Tigres se jugaban la vida en el máximo circuito. El cuadro felino llegó al clásico con la urgencia de ganar porque, de lo contrario, el equipo estaría matemáticamente en la Segunda División.
Entrenamiento rayado previo al Clásico Regio.
Debido a la complicada situación que vivía el equipo felino, los dirigentes del futbol mexicano ordenaron que, tanto el clásico como el partido Morelia contra Veracruz, se jugaran al mismo tiempo, ya que el cuadro purépecha era el otro involucrado en la lucha por el no descenso.
Por ello, se pactó que ambos encuentros se disputaran el domingo 24 de marzo de 1996 a las 12:00 horas.
Además del honor en juego, los Rayados tenían que ganar para seguir soñando con alcanzar la Liguilla. Por su parte, Tigres requería ganar para seguir con vida y después esperar otros resultados. La tensión en los días previos al partido fue inaudita. En la ciudad no se hablaba de otra cosa que no fuera el Clásico Regio.
Arturo Salah envió la siguiente alineación: Rubén Ruiz Díaz; Jesús Arellano, Éber Moas, Miguel García y Rafael Gutiérrez Aldaco; Roberto Medina, José Antonio Noriega, Raúl Aredes y Ramón Morales; Luis Miguel Salvador y Sergio Verdirame.
Eber Moas destacó en el Clásico Regio.
Inició el partido en medio de un gran ambiente de fiesta. El cuadro local se lanzó con todo desde el primer minuto. Los Rayados, por su parte, aguardaban su oportunidad preocupándose en un principio por apaciguar el ímpetu del cuadro felino.
En el minuto 18, Omar Arellano Nuño (padre de Omar Arellano Riverón, quien jugaría en el Monterrey de 2013 a 2015) abrió el marcador con un disparo cruzado que fue primero desviado por Eber Moas para cambiarle la trayectoria a Ruiz Díaz. Los Tigres celebraban el gol que podía significarles la salvación.
El partido se reanudó y apenas cuatro minutos después, cuando todavía muchos aficionados felinos celebraban el gol, apareció Raúl Aredes por la banda derecha para enviar un centro al corazón del área.
Sergio Verdirame se encontró con el centro de Aredes y, de pierna izquierda, prendió de aire el balón para cruzar al portero Siboldi y emparejar los cartones. El empate nubló por completo la mente de los Tigres. La presión de no perder se apoderó de ellos y, a partir de entonces, el Monterrey fue amo y señor del partido aprovechando las imprecisiones de los elementos felinos.
Tres minutos después del gol de Verdirame, Rayados recuperó otro balón en medio campo y llegó a Luis Miguel Salvador, quien estaba en los linderos del área, pero de espalda a la portería. El delantero rayado recibió la pelota, la elevó y, de media vuelta, hizo un tiro bombeado que tomó por sorpresa a Siboldi para clavar el segundo gol rayado. La alegría en el bando albiazul era total.
Luis Miguel Salvador anotó uno de los goles más recordados en los derbis regiomontanos.
Para la segunda mitad, Salah planteó aún de manera más inteligente el partido. Los Rayados apostaron por el contragolpe, sin embargo, el marcador no terminó más abultado porque no lograron ser precisos en la definición.
Los constantes contragolpes rayados dejaron mano a mano a los delanteros albiazules con el portero felino. Jesús Arellano, Ramón Morales y el “Tato” Noriega fallaron goles cantados.
En los últimos veinte minutos ingresaron también David Patiño y Héctor del Ángel, ambos fallaron al menos dos opciones de gol cada uno.
Jesús Arellano creó peligro en la recta final del partido.
En el minuto 78, Verdirame dejó la cancha y el chileno Fabián Guevara ingresó al campo para fortalecer la zona baja del equipo. Finalmente, Arturo Brizio decretó el final del partido.
El Monterrey ligaba su octavo clásico de liga ganado en fila y obtenía un triunfo vital en sus aspiraciones para calificar. Gracias a su triunfo en el derbi, el equipo se enrachó y ganaría sus siguientes dos partidos que a la postre le darían la calificación.
Este no fue un Clásico Regio más, sino uno que quedaría para siempre en la historia del futbol regiomontano.
Alberto Barrera-Enderle