02 de Junio de 2020. 7:45 pm.
En 1976, los Rayados se quedaron a minutos de acceder a la Final, luego de ser eliminados de forma polémica por los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara.
Tras esa eliminación, el equipo pasó por un proceso de renovación en casi todos sus niveles: se apostó por dejar partir a grandes figuras y darle oportunidad a una nueva camada de jóvenes que participaban en los equipos filiales del Monterrey.
El resultado inmediato no fue el esperado: en la temporada 1976-77, los Rayados tuvieron su peor desempeño de la década del 70.
Al año siguiente contrataron algunos refuerzos nacionales de renombre y, aunque el equipo tuvo un mejor paso, también se quedó fuera de la Liguilla.
Para la temporada 1978-79, el Monterrey no podía ligar una tercera campaña sin acceder a la fiesta grande.
Ignacio Santos, presidente del equipo, hizo un gran esfuerzo y contrató a varios seleccionados nacionales: Raúl Isiordia, Carlos Gómez y Rigoberto Cisneros, tres jugadores que habían participado con la Selección Nacional en el Mundial de Argentina 1978.
Además, del extranjero llegaron los brasileños Antonio das Graças “Totonho” y Carlos Alberto Zanata.
El plantel de los Rayados en la temporada 1978-79. Foto: Cortesía.
Para la dirección técnica, se apostó por un técnico extranjero ampliamente reconocido en el mundo del futbol: el brasileño Otto Gloria, quien había dirigido a la Selección de Portugal en Inglaterra 1966 y al Atlético de Madrid, entre otros planteles.
Tras treinta jornadas, los Rayados de Otto Gloria no habían encontrado la regularidad deseada. El equipo llevaba diez partidos ganados por nueve perdidos y once empates.
Gloria dejó el cargo y en su lugar llegó Ubirajara Chagas “Bira” al banquillo albiazul, quien dirigió las últimas ocho jornadas y consiguió una leve mejoría, suficiente al menos para alcanzar la Liguilla, tras tres años de ausencia.
Previo a la última jornada de la temporada, los Rayados ya estaban calificados. Sin embargo, para “Bira” el último compromiso era fundamental para que los jugadores siguieran familiarizándose con su sistema.
El sábado 2 de junio de 1979, los jugadores del Monterrey recibieron al Toluca en el Estadio Universitario.
Chagas mandó el siguiente once a la cancha: José Ledezma; Magdaleno Cano, Rigoberto Cisneros, Carlos Gómez y Everardo Rodríguez Plata; Nelson Sanhueza, Jorge Garibaldi y Carlos Alberto Zanata; Raúl Isiordia, Antonio das Graças “Totonho” y Rubén Romeo “El Pato” Corbo.
El Toluca era dirigido por el húngaro Jorge Marik, el mismo que dirigiera a los Rayados veinte años antes cuando nuestro equipo luchaba por ascender al máximo circuito.
Marik decidió salir con un planteamiento netamente defensivo que le dificultó en serio la construcción de juego al Monterrey durante el primer tiempo.
La Afición lucía desesperada al ver que los Rayados no lograban llegar con peligro al marco enemigo. Además, el calor de más de cuarenta grados parecía estar fundiendo a ambos cuadros.
Sin embargo, en cuanto el sol cedió un poco ya en el complemento, la historia cambió. De la mano de la habilidad de Rubén Romeo Corbo, los Rayados encontraron la forma de dañar el marco escarlata y la confianza de la defensa choricera se desmoronó.
Corrían apenas cinco minutos del segundo tiempo cuando Corbo escapó por su tradicional banda izquierda. Un defensa salió a cerrarle y se estrelló con él. “El Pato” alcanzó a filtrarle antes del choque el balón a “Totonho”, quien con su clásica gambeta se plantó frente a un entonces joven Ferreira, lo burló y anotó. A partir de entonces, una marea azul y blanco se soltó sobre la portería del Toluca.
Rubén Romeo Corbo ofreció una gran actuación en el triunfo de Rayados sobre Toluca.
Seis minutos después cayó el segundo: nuevamente Corbo inició la jugada filtrando para Garibaldi, quien solo frente al portero remató, pero le dio en el pecho. El balón le cayó a Isiordia, quien avanzó hasta línea de fondo y envió un centro a segundo poste a Corbo. El uruguayo recibió el balón, burló al defensa Venegas y después, con todo lujo, bombeó para clarear al portero y anotar el segundo de la tarde.
Las gradas se convirtieron en una fiesta en ese momento. Las llegadas del Monterrey ocurrían por ambas bandas. Ubirajara Chagas empezó entonces a probar a otros elementos y guardar a otros pensando en la Liguilla.
“Totonho” y Sanhueza abandonaron la cancha y, en su lugar, ingresaron Eduardo “Vaquero” Cisneros y el brasileño Zé Rodrigues.
Minutos más tarde, y con la intención de que sus dos porteros llegaran con ritmo de juego a la Liguilla, “Bira” sacó a Ledezma y envió a la cancha a Javier Regalado, quien prácticamente no ensució el uniforme.
En el minuto 71, Raúl Isiordia recibió un balón filtrado por Corbo. “El Cora” desbordó por su banda derecha y envió un centro al corazón del área donde apareció Corbo para dar un potente testarazo y poner el 3-0 que prácticamente aseguraba el triunfo.
Los defensas del Monterrey en la temporada 1978-79. En la fila superiro: José Treviño, Rubén Romeo Corbo, Óscar Leal y Miguel Ángel Jiménez. En la fila inferior: Raúl Isiordia, Javier Loya, Zé Rodrigues y Ricardo Mendoza. Foto: Archivo Gráfico Juvagool.
Ya cuando el público se disponía a abandonar la cancha, el árbitro del encuentro, Javier Orozco, concedió un tiro libre a favor del Monterrey en los linderos del área.
Corbo y Rigoberto Cisneros amagaron con disparar, la barrera se comió la finta y en ese momento apareció el toque preciso de Zanata, quien de pierna derecha soltó un disparo raso y potente que entró por el ángulo inferior de la derecha para anotar el cuarto gol.
Los Rayados cerraron a tambor batiente la temporada 1978-79 y se alistaron entonces para regresar a la Liguilla tras tres años de ausencia.
El público que prácticamente llenó el Universitario se fue feliz de haber presenciado una goleada y con la satisfacción de que el Monterrey estaría en la Liguilla, la cual iniciaría unos días después.
Por tardes como esas, Rubén Romeo Corbo fue elevado al nivel de ídolo entre la Afición Rayada.
Hoy se cumplen cuarenta y un años de ese partido en el que los Rayados le regalaron a su Afición una gran actuación.
Alberto Barrera-Enderle