23 de Junio de 2015. 6:41 pm.
Eusébio da Silva Ferreira
El mejor jugador de la historia del futbol portugués, Eusébio da Silva Ferreira, nació en la antigua colonia portuguesa de Mozambique el 25 de enero de 1942. Tras ser tentado por otros grandes equipos europeos como la Juventus de Turín y el Sporting de Portugal, Eusébio fichó con el Benfica de Lisboa, equipo en el que debutaría por la puerta grande en la temporada 1961-62. En esa campaña, al Benfica se le escapó la liga portuguesa pero Eusébio fue pieza fundamental para que su equipo ganara por segundo año consecutivo la Liga de Campeones de la UEFA. En aquella final jugada en Ámsterdam ante el Real Madrid, el equipo lusitano vino de atrás con dos goles de Eusébio para coronarse bicampeón derrotando a un poderoso Real Madrid que contaba con figuras de la talla de Alfredo di Stéfano, Ferenc Puskás y Gento. Comenzaba así a tomar forma la gran leyenda del futbol de Eusébio.
El punto más álgido en la carrera de Eusébio fue en 1966. En la Copa del Mundo de Inglaterra, el mundo entero pudo atestiguar el extraordinario futbol de Eusébio, quien opacó a Pelé y a las grandes figuras europeas y sudamericanas al coronarse campeón de goleo con 9 tantos, llevando así a Portugal a ser tercer lugar del mundo. En ese mundial, Eusébio anotó cuatro goles en un partido ante Corea del Norte. Además, en ese año fue premiado con la “Bota de Oro” como el máximo goleador europeo (logro que repetiría en 1973). Un año antes, en 1965, había sido galardonado con el “Balón de Oro” que lo distinguía como el mejor jugador de Europa.
Gracias a su clase y talento, Eusébio puso a Portugal y al Benfica en el mapa futbolístico del mundo. En 1975, tras jugar unos meses en el futbol de los Estados Unidos, es contratado por el Club de Futbol Monterrey para venir a reforzar a un ofensivo Rayados que llevaba un par de años quedándose cerca del título. Nunca antes al futbol mexicano había llegado a una figura mundial de esa talla; era el esfuerzo de los dirigentes del Monterrey para que el mundo del futbol volteara a ver a México y en especial al Monterrey.
Eusébio llegó a Rayados poco antes de iniciar la temporada 1975-76. Por esos días, Ignacio Jáuregui renunció a la dirección técnica del equipo. La directiva regia escuchó los consejos de Eusébio quien les recomendó al chileno Fernando Riera para hacerse cargo de la dirección técnica del Monterrey. Eusébio había sido dirigido por Riera cuando ambos coincidieron en el Benfica en 1962-63, temporada en la que fueron campeones de la liga portuguesa. La directiva del Monterrey no se equivocó al hacer caso a Eusébio, pues don Fernando Riera se convertiría en uno de los mejores técnicos que han dirigido al Monterrey.
Lamentablemente para Eusébio y para el Monterrey, una lesión en la rodilla le impidió tener la regularidad deseada. A pesar de ello, la afición rayada pudo atestiguar la calidad de Eusébio durante la primera vuelta de aquel torneo. En total, Eusébio jugó diez partidos para el Monterrey, cinco de ellos arrancando como titular. Completó dos partidos y estuvo 491 minutos sobre las canchas mexicanas. Su único gol como rayado ocurrió en la jornada 8 ante el Jalisco en el Estadio Universitario (entonces casa de los Rayados), el 20 de diciembre de 1975. Rayados perdía 0-1 desde el primer tiempo. Al minuto 67, Eusébio ingresó de cambio reemplazando a José Luis Saldívar. Solo cuatro minutos después se hizo presente en el marcador rematando de cabeza y, casi a ras del suelo, un centro que Milton Carlos había prolongado también con la testa.
Las lesiones impidieron que Eusébio continuara deleitando a los aficionados del Monterrey. Dejaría el equipo a inicios de 1976, ya casi al final de su brillante carrera. Una carrera que lo consagraría como la máxima figura del futbol portugués y del Benfica; una trayectoria llena de goles que le permitiría ser considerado por la FIFA como el noveno mejor jugador del Siglo XX y sin duda, una de las máximas figuras que han jugado en la liga de nuestro país. Falleció el 5 de enero de 2014, poniendo de luto al futbol mundial y dejando a Portugal sin su máximo referente histórico.
Alberto Barrera-Enderle