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RAYADOS LIGÓ TRES TRIUNFOS, TRAS UN CONTUNDENTE 4-0 CONTRA PUEBLA EN 1974

07 de Agosto de 2021. 11:48 am.

Después de la exitosa temporada 1973-1974 en la que Rayados consiguió sus mejores números de su historia hasta ese momento, el equipo regiomontano no aspiraba a otra cosa que no fuera el obtener el título.Después de la exitosa temporada 1973-1974 en la que Rayados consiguió sus mejores números de su historia hasta ese momento, el equipo regiomontano no aspiraba a otra cosa que no fuera el obtener el título.

El director técnico Ignacio Jáuregui guió a un Monterrey ofensivo.

Esa temporada 1973-1974, Rayados terminó como sublíder general, pero fue eliminado inesperadamente por el Atlético Español en la semifinal. Aquella edición del Monterrey es una de las más recordadas y, sin duda, la principal responsable de la explosión social que tuvo el futbol entre la sociedad regiomontana. 

Para la temporada 1974-75, la directiva rayada encabezada por Alberto Santos y Miguel Gómez Collado acordó con el técnico Ignacio Jáuregui fortalecer aún más a aquel plantel.

El Monterrey ya contaba con jugadores nacionales de gran calidad como José Ledezma, Magdaleno Cano, Gustavo Peña, Juan González, Francisco Solís, Pedro Damián Álvarez y Luis Montoya. El talento extranjero lo pusieron Francisco Bertocchi, Guarací Barbosa, Nilo Acuña y Milton Carlos.


El uruguayo Nilo Acuña.

Todas estas grandes figuras nacionales y extranjeras continuaron para la temporada 1974-1975. Además, el club decidió traer dos elementos ofensivos de sobrada calidad: el mundialista uruguayo Rubén Romeo Corbo y el seleccionado mexicano Alfredo “Alacrán” Jiménez. Este último, figura del Monterrey en las temporadas 1970-1971 y 1971-1972, pero que en 1973-1974 estuvo prestado al Toluca.

La intención de la directiva y cuerpo técnico fue clara: fomentar la competencia en cada posición. Nilo Acuña y Luis Montoya en el extremo derecho; Alfredo Jiménez y Milton Carlos como centros delanteros y Pedro Damián Álvarez y Rubén Romeo Corbo en el extremo izquierdo. Aunque Corbo debutaría hasta la jornada 6 de esa temporada.

En la primera jornada de la temporada 1974-75, el Monterrey visitó a los Tigres en lo que fue la primera edición en Primera División del “nuevo Clásico Regio” (no olvidemos que los primeros derbis regiomontanos en el máximo circuito fueron entre Rayados y Jabatos de 1966 a 1969).

El resultado fue de un trepidante empate a tres. En la jornada 2, el Monterrey venció 1-0 al Toluca en el Universitario con solitario gol de Alfredo Jiménez. En la jornada 3, con goles de Luis Montoya y Paco Solís, los Rayados vencieron 1-2 al Atlante en el Estadio Azteca.

Para la jornada 4, el Monterrey tendría su primera gran prueba de fuego al recibir al poderoso Puebla. El “cuadro de la franja” había sido uno de los cuatro semifinalistas del torneo anterior junto al Cruz Azul, Atlético Español y al mismo Monterrey. El partido, por lo tanto, no lucía nada sencillo. Menos aún, tras recibir el cuerpo técnico la noticia de que el brasileño Guarací Barbosa estaba lesionado y no podría ver acción.

El partido se llevó a cabo el sábado 3 de agosto de 1974 en el Estadio Universitario. Ignacio Jáuregui envió el siguiente once inicial a la cancha: José Ledezma; Magdaleno Cano, Gustavo Peña, Vicente Álvarez y Basilio Salazar; Juan González, Francisco Bertocchi y Francisco Solís; Nilo Acuña, Milton Carlos y Pedro Damián Álvarez.

Fiel a su costumbre, aquellos Rayados se lanzaron al ataque desde el momento en el que silbante Mario Rubio indicó el inicio de las acciones.


Pedro Damián.

El puntero derecho uruguayo, Nilo Acuña, fue un constante dolor de cabeza para la zaga poblana que tuvo que abusar de las patadas para detenerlo. El Puebla, dirigido por el experimentado Ignacio Trelles, apostó todo al contragolpe dejando solo en punta a Carlos Zibecchi.

Los Rayados se daban el lujo de jugar con un solo contención: Juan González. El fuelle de “Juanito” era suficiente para darle el equilibrio a aquel plantel. Precisamente en un balón recuperado por González, que cedió luego al frente para Solís fue que se inició la jugada del primer gol. 

Luis Montoya, ícono del Monterrey.

En el minuto 33, Paco Solís recibió el balón afuera del área camotera, tocó en corto para Milton Carlos. El “Talabosques” le regresó la pared para que Solís, sin piedad, fusilara al portero Paco Castrejón. Los casi cincuenta mil aficionados gritaron emocionados y celebraron el gol.

Seis minutos después, la alegría rayada parecía esfumarse cuando el árbitro Mario Rubio expulsó a Nilo Acuña, quien, tras ser agredido por un rival, se defendió. Rubio solo vio la respuesta de Nilo y lo mandó a las regaderas. Rayados se quedaba con diez, pero eso no iba a cambiar el guion de la tarde: el Monterrey buscaba golear a cada rival que lo visitaba y el Puebla no sería la excepción.

Tan solo dos minutos después de la expulsión de Nilo, Pedro Damián Álvarez armó una gran jugada por la banda izquierda y envió un centro preciso a la frente de Milton Carlos que, de certero cabezazo, puso el 2-0 para seguir animando la fiesta. Con esa ventaja, el Monterrey se fue tranquilo al descanso.


Milton Carlos se apuntó un doblete.

Para la segunda parte, Jáuregui envió dos cambios a la cancha. Lejos de intentar defender la ventaja, “El Gallo” refrescó su ofensiva. Luis Montoya ingresó por Paco Solís y pasar así a cubrir el hueco dejado en el extremo derecho por Nilo Acuña. Asimismo, Alfredo “Alacrán” Jiménez entró al campo en sustitución de Pedro Damián. La afición anhelaba ver juntos en el eje del ataque a Milton y a Jiménez, y Jáuregui se los concedió.

Cuando habían transcurrido quince minutos del complemento, Luis Montoya, apoyado por Bertocchi, armó una jugada por la derecha. El “Huesos” Montoya envió un centro medido al corazón del área que Jiménez remató con fuerza. La defensa poblana rechazó, pero el balón le quedó a Milton Carlos que de derecha no perdonó y puso el 3-0.


Alfredo Jiménez anotó con Rayados.

Es importante aclarar que en muchos medios deportivos de la época apuntaron que ese gol fue autogol. En palabras de Milton Carlos al final del partido, y corroborado por el periodista Ángel Chávez Córdova, quien tuvo acceso a la cédula arbitral al final del partido, el gol fue obra de Milton Carlos. Esa es la razón por la que algunos periodistas le otorgan equivocadamente un gol menos a Milton Carlos.

Con el tres a cero, el ambiente en el Universitario era de fiesta total. Poco importaban los cuarenta grados que derretían el ambiente. Además, la sana competencia deportiva que tenían entre sí todos los elementos ofensivos de La Pandilla provocó que no dudaran en seguir ampliando el marcador.

Alfredo Jiménez, quien desde su ingreso al partido estuvo machacando constantemente a los defensores rivales, tuvo su recompensa en el último minuto. El Puebla, buscando al menos conseguir un gol, se arriesgó al ir al frente dejando pocos elementos atrás. Juan González robó el balón y lo cedió a Bertocchi. El “Vikingo”, con su buena técnica y visión de campo, envió un pase largo desde casi media cancha para Jiménez. El “Alacrán”, famoso por su velocidad, se llevó por piernas a su defensor, Manuel Nájera, ingresó al área y fusiló al portero para cerrar la cuenta.


Francisco Bertocchi (foto) le puso el pase a Alfredo Jiménez.

Alegría total entre la afición rayada que se le entregaba a sus nuevos ídolos. Aquel Monterrey no dudó en buscar los goles, a pesar de la desventaja numérica en la que se encontraba desde el minuto 39. 

Ese Monterrey fue diseñado para hacer goles porque era lo que en aquel entonces se requería para llevar al público al estadio y ese partido del 3 de agosto de 1974, fue una prueba contundente de la actitud netamente ofensiva de La Pandilla.

Alberto Barrera-Enderle

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