14 de Junio de 2020. 10:22 am.
La contundente victoria obtenida por los Rayados por 3-1 en el Partido de Ida de Final en el Torneo Clausura 2003 entusiasmó a la Afición.
Cientos de Aficionados escoltaron al camión del equipo en su trayecto al aeropuerto y miles viajaron a Morelia con un solo objetivo: ver a su equipo coronarse Campeón.
Daniel Alberto Passarella, el técnico Rayado, estaba muy cerca de lograr el título en apenas su segundo torneo corto al frente del Monterrey y los dos goles de ventaja le permitieron plantear un partido a su modo.
La cita llegó. El sábado 14 de junio de 2003 a las 20:30, los Rayados saltaron a la cancha del Estadio Morelos con la siguiente alineación: Ricardo Martínez; Paulo César Chávez, Pablo Rotchen, Flavio Rogerio e Ismael Rodríguez; Héctor Castro, Luis Ernesto Pérez, Walter Erviti y Jesús Arellano; Guillermo Franco y Álex Fernandes.
Como era de esperarse, el Morelia inició atacando de manera decidida al marco rayado. Los primeros treinta minutos fueron complicados para el Monterrey. El equipo michoacana lo intentaba por un lado y por el otro pero la defensa rayada estuvo siempre aplicada y concentrada.
Pasaron los minutos y la primera mitad llegó a su fin. La estrategia le estaba funcionando a Passarella. Sin embargo, para la segunda mitad, “El Káiser” ordenó a su equipo adelantar líneas.
Luis Pérez fue pieza clave para conseguir el título.
A partir de entonces, el partido fue de dominio alterno. El Morelia llegaba, pero el Monterrey respondía.
Jesús “Kbrito” Arellano, quien estuvo en duda para jugar el partido, fue una amenaza constante de contragolpe por la banda derecha.
Rubén Omar Romano había ordenado ya el ingreso de un delantero más: Ismael Íñiguez, quien junto a Reinaldo Navia y Adolfo Bautista intentaban imponerse a la férrea marca de Pablo Rotchen y Flavio Rogerio.
La labor de la pareja de centrales del Monterrey fue impecable. Los delanteros del Morelia comenzaban a perder la cabeza al no poder imponerse a los defensores Rayados y, cuando lo lograban, aparecía entonces la figura de Ricardo Martínez para extinguir cualquier peligro sobre la meta albiazul.
Rotchen tuvo una noche inspirada, donde se convirtió en un verdadero capo de la defensa e incluso pudo anotar el gol. En el minuto 52, Jesús Arellano cobró un tiro de esquina, Rotchen se encontró con el balón a la altura del manchón penal. De derecha empalmó el balón que se dirigía irremediablemente al fondo de las redes, pero se estrelló en la cara del “Guille” Franco.
Ricardo Martínez no se quedó atrás: sus atajadas y su colocación siempre oportuna les dieron un respiro a sus compañeros.
En el minuto 70, Jesús Arellano se escapó a toda velocidad y pareció tener la oportunidad de anotar y definir el título, pero su disparo pasó apenas por un lado.
En los últimos veinte minutos, el Morelia, ya sin ideas, intentó por todas las formas posibles, especialmente mediante balonazos al área.
Por lo tanto, Guillermo Franco, poseedor de un envidiable juego aéreo, se convirtió en un defensa central más y lo hizo de manera estupenda.
Guillermo Franco hizo un trabajo de sacrificio durante los 90 minutos.
Finalmente, cuando ya eran las 22:34 de la noche, el árbitro Marco Antonio Rodríguez pitó el final del encuentro.
En ese instante, Daniel Passarella pegó una carrera a toda velocidad velocidad para celebrar con los más de tres mil aficionados rayados que estaban en el estadio.
Mientras Passarella corría, las cámaras se enfocaban también en Jesús Arellano, el jugador insignia y Capitán de aquel equipo, que, finalmente, podía cumplir su sueño de ser Campeón con el Monterrey.
“Jugué con mucho dolor, pero ahí estamos. Yo no me podía perder esta final, aunque estuviera inválido. No me la podía perder. A lo mejor no colaboré mucho, pero ahí estuve, ayudé al equipo en lo que pude y creo que todos somos dignos campeones”, comentó Arellano previo a levantar el trofeo que acreditaba al Monterrey como campeón del futbol mexicano tras diecisiete largos años de no serlo.
El técnico Daniel Passarella no dudó en dedicarle el título a sus dos hijos y a la afición del Monterrey.
Guillermo Franco, entre lágrimas, contó que no podía creer que hubiera llegado a México para ser Campeón.
Álex Fernandes, quien apenas vivía su primera temporada con los Rayados, aseguró que él había venido a este país para ser Campeón y lo estaba demostrando.
La felicidad que embargaba a los jugadores y directivos Rayados era similar a la que se estaba viviendo en ese momento en la ciudad de Monterrey.
Los Rayados festejaron en grande el Campeonato del Torneo Clausura 2003.
A través de unas pantallas gigantes, miles de aficionados congregados en la Macroplaza pudieron observar el partido y comenzar el festejo que se prolongó hasta el día siguiente. Todo Monterrey fue invadido por los colores azul y blanco por la felicidad del Campeonato.
En la madrugada, ya del domingo 15 junio, los jugadores Rayados llegaron a la ciudad.
A pesar de la hora, aún había cientos de aficionados esperándolos en el aeropuerto para festejar con ellos el Campeonato.
Durante el domingo 15, los Rayados organizaron un impresionante desfile en el que alrededor de medio millón de personas acompañaron al equipo para celebrar el segundo título en la Historia del Club.
Aquel sábado 14 de junio, los Rayados lograron su primer título en el siglo XXI. Seguramente la mayoría de la Afición celebró pensando en que quizá pasarían otros diecisiete o más años para volver a ser Campeones.
Afortunadamente la Historia del Club ha sido distinta y muchos éxitos más (nacionales e internacionales) estaban próximos a llegar.
Alberto Barrera-Enderle